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recordamos ante Dios, nuestro Padre, qué activa es la fe que ustedes tienen, qué esforzado su amor y qué firme la esperanza que han depositado en nuestro Señor Jesucristo.

Sabemos bien, hermanos queridos de Dios, cómo se llevó a cabo la elección de ustedes. Porque el mensaje evangélico que les anunciamos no se redujo a palabras hueras, sino que estuvo acompañado de poder, de Espíritu Santo y de profunda convicción. Bien saben que nuestro comportamiento entre ustedes fue para su bien.

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